Termina ese capítulo antes de irte,
va a costar, vas a hacerlo con fuerza
por favor, no hables, no articules palabra,
escuha lo que he venido a decirte:
nunca jamás volveré a ser aquella
pobre y vacía mujer a la que despreciabas.
Deja que pase el aire y su corriente,
deja que se lleve todos los odios,
ya me he calmado, nunca estuve nerviosa.
En el momento tuve miedo de decirte
que he recompuesto cada trozo,
que no me he dedicado a otra cosa.
Tus portazos y aullidos sonaban alto,
apenas oías nada, apenas te entendías
y decidí amarrarme al muelle en la tormenta.
La primera vez que me diste un palo
fue el día en que supe que me iría,
que no me enterrarías con muerte y trompetas.
Nadie mejor que tú luce las máscaras,
sabes actuar y poner voces como nadie,
expulsar lágrimas y escupir gimoteos.
Y no fui yo, fue ese bendito karma
al que durante tanto temías enfrentarte.
Fue el pago por todos tus incendios.
Actuabas tan claro que supe que jamás
hubieras muerto por verme un poco más feliz,
sólo te interesaba andar un poco acompañado.
No me importa tu tristeza, ni tu felicidad,
esas cuestiones ya no me pertenecen a mí,
soy una extraña para un completo extraño.
Hace mucho se te olvidó cerrar una ventana,
había un pájaro cautivo en la habitación,
que logró liberarse con rabia de los eslabones,
se lanzó al vuelo, para encontrar su corazón.
Cierra la puerta porque ya no puedes hacer nada,
voló lejos, muy lejos de todos los nubarrones.