miércoles, 19 de mayo de 2010

Sombra

Me arrastras, me arrastras hacia ti
y yo ya no puedo hacer nada;
No me quedan fuerzas para evitarlo,
siento que estoy llegando a mi límite.
Apenas, apenas vislumbras mi perfil
y mis uñas, sangrientas y peladas,
se agarran al suelo mientras voy gritando
que no quiero de nuevo el azufre.

Pero eres tan alta que apenas me oyes,
tan alta que sólo puedes mirarme por encima del hombro.
Ahora mismo no te estoy pidiendo nada que no tengas,
mi voz apagada por un choque de coches,
mientras estaba sentada en una silla de clavos a tu lado.
¿Cuánto tiempo tendrá que pasar para que te des cuenta...?

Sólo pasan unos minutos, tu túnica cruje a mis espaldas,
me abrazas y durante un momento el cielo se abre.
Vienes cuando yo no esperaba que lo hicieras,
quitándome la corona de espinas y soportando su carga
sin que las lágrimas se mezclen con la sangre.
No es una mortaja, pero me enredas con fuerza.