miércoles, 29 de abril de 2009

29-12-08

Algo ha ido creciendo dentro de mí.
Como una gestación que ha durado veinte años,
como un parásito que me seca y expulsa sangre,
sí, como una pesada digestión de sobra vivida
Siempre lo he visto venir hacia aquí,
de puntillas, muy sigiloso, frotándose las manos,
construyendo todos sus abstractos rotos plantes.
La otra bolsa de agua blanca no estaba vacía.

Voy a cortarme en trozos para ser más fácil de digerir,
comenzaré por la lengua, así estaremos contentos.
No es mi culpa, soy tan enorme, soy tan grande,
que me prepararé para tomarme como una pastilla.
Mañana me marcho, porque ya no vale la pena seguir;
Me iré yo sola en tren y algún día volveré a hacerlo.
Junto a un desconocido, volveré a marcharme,
¿Qué más da? En tren, en ambulancia o en camilla.

Rota en dos como ése billete mío de ahí,
pensando sólo en retirarme al baño,
la cabeza contra la ventana ¡Lugar irremplazable!
Esa bendita papiroflexia excesiva.
He matado todas las cosas que conocí
y el precio por hacerlo ha sido caro.
Fría, fría e insensible como un trajeado gángster.
Y en mi mente: Hay un terrosita.

Se me saltan y estiran los puntos al sonreir.
Un error: he pasado algo por alto:
Sus mentiras de color dorado mate,
jugando como soldados de guerrila.
Mi mano azulada, mi gangrena de tinta añil.
¡Sí, cómo van pasando los años!
Creo que mi ceguera es muy grave.
¿Mis emociones? Todo un Guernica.

lunes, 6 de abril de 2009

Secuelas

Han venido sin que las invitáramos,
vecinas cotillas devolviendo un plato.
¿Quién les dijo nada? y ¿Quien dijo "pasad"?
Se están riendo de ti ¡Y lo hacen en tu cara!

Todo comenzó con un viaje mal planeado en coche;
su tío hacía bromas sobre los políticos
y como un conejo en la carretera y en plena noche
fuimos víctimas de un coma etílico.

¡Mi cara! Llena de trincheras mojadas y rojas
¿Dónde estoy? ¿A qué viene esa ambulancia?
¡No fue nada malo, sólo reíamos por bromas!
Y ahora el médico me dice que tenga paciencia
¡Qué ridículas pueden ser todas las personas!

¡Puedo decir que ni siquiera soy ésta!
Su colina de bondad es tan espantosa,
con sus exámenes y sus sin-respuesta,
antes podía moverme ¡No era ésta cosa!
¿Estará muerto quien quiera que fuera?

Soy una bolsa llena de rencor de odio,
mi nervio casi me enferma
hasta vomitar ¡Y sólo puedo tomar sodio!
sodio y agua ¡Qué mezcla!

Dicen que tardaré meses en recuperarme,
y que mis brazos se extenderán en muletas
cuando por fin pueda salir y levantarme
¿Estará muerto quien quiera que fuera?
Sí, el del otro coche ¡Menudo desastre!
¿Qué tendría él en su maldita cabeza?

Abandono en la playa

Es tarde, estoy sentada en la playa sobre la arena,
han derribado el faro que solía guiarme,
pero aún quedan fotos y cuandros que lo recuerdan.
¿Me recordará a mí, tal vez, alguien?

La base del mar es el poso de un medicamento,
que se tambalea, es poco común, pero cura.
Me levanto, dejo a un lado mi libro y mi pañuelo;
Es hora de empezar y terminar ésta locura.

Hundo la punta de mi pie en el agua,
parece que ésta vez no quiere expulsarme;
es templada, me llama, soy sólo una...
Veo su larga lengua de olas ¡Cómo se relame!
No hay billete para una vuelta alguna,
solo piedras en mis bolsillos: voy a quedarme.

Hace tanto viento, parece que me adentra.
Y el sol ocultándose, me da un adiós cálido,
se va la tarde y será la última vez que lo vea
iluminando éste mundo como un farolillo.

Seré sincera: Me está costando hacerlo,
pensaba que no tendría dudas,
pensaba que, decidida, no habría miedo,
pero en realidad soy insegura.
Pienso y me traicionan los recuerdos.

Me he prometido no mirar a atrás,
allí: mis zapatos, mi pañuelo y mi libro,
junto a todo lo que he decidido olvidar
y conseguir borrar qué fui y que he vivido.
No soy nadie ¡Sólamente soy una más!
Quiero liberarme de éste invierno frío.

Nadie dijo que vivir para siempre fuera barato,
simplemente me limitaba a mirar hacia otro lado,
cegada y esperando a que vinieran mejores días,
mientras alguien echaba sal en todas mis heridas
y yo, amargada, intentaba hacer caso omiso;
Mi casa, mis hijos, mi hipoteca y mi marido...

El agua me recorta y todo se está volviendo oscuro,
apenas se distingue ya nada en éste ahogado punto.
Pero veo luz, un foco de brillante y claro,
me espera y me guía allí: mi querido faro...
Me siento bien, sonrío porque vuelvo a casa...
Mis pulmones inundados: ya no existe nada.