sábado, 27 de diciembre de 2008

Día 24

Has necesitado una ducha de casi dos horas
para sentirte mínimamente limpia.
Tienes muchos cardenales que no se borran
y te hacen sentir realmente sucia.

Durante estos días has intentado crear algo,
apartar tus demonios bien lejos.
No tienes ninguno de tus grandes resultados.
Sólo has estado creciendo y yendo.

Junto a tu oscura ropa con choques de rojo
hay una bonita y nueva venda para esta bonita ocasión,
vas a ponértela muy, muy fuerte en los ojos
y en tus comisuras pondrás grapas a modo de sumisión.

Te han dicho lo hermosa que estás esta noche.
"Es nueva" dices señalándo tu máscara veneciana.
No pueden ver que sólamente eres una morgue
de sentimientos, dolor, mentiras y sonrisas apiladas.

El rojo de tu sangre se confunde con el esmalte,
el cerdo, el maldito cerdo no puede ahogarse.
Los campos de algodón no podrán evitar nada;
Vomitarías tu ira de no tenerla tan aferrada.

Todo se oye con eco, en estéreo
y nadie se ha acordado de ella esta noche.
Hay algo que no funciona adentro,
algo que caduca, algo que pronto se corroe.

Los años siguen siendo una repetición,
no cambia nada de uno para otro,
salvo los dolorosos defectos de fabricación
remendados con material roto.

Si te taladraran sólo saldría veneno,
petróleo bailante en finas líneas.
Y hoy, simplemente, otro día menos,
aunque alguien felicite las fiestas.

(24-dic-08)

sábado, 20 de diciembre de 2008

El Matadero

La noche se preveía realmente ventajosa,
tanta anestesia, tanta sonrisa tuvo que llevarme
a algún sitio del que cuelgan cosas como ahorcados.
Aún así, yo me dejé llevar de todas formas,
como alguien ciego de una secta muy poco fiable,
creyendo en su líder, en sus ensoñaciones y milagros,
sonriendo esperanzada con una mirada boba.

Al fin, sin pensarlo, llegamos a ése metálico agujero,
los murciélagos colgaban tranquilos de las ramas,
mientras los espectadores lanzaban miles de fotos.
Éramos reses dentro de un sangriento matadero,
nos estaban seleccionando, iban a dejar su marca,
al rojo vivo y sonriendo, con hierro ardiendo y todo.

Traté de nadar a la superficie, pero no había nada arriba.
Sus ojos y manos de embusteros, tratándonos como objetos,
pero el precio por la relajación parecía que solo podía ser ése.
Aparté la mirada e hice como si estuviera demasiado herida,
así nadie podría comprarme, yo no les serviviría de alimento,
tendrían que echarme, sacrificarme, eliminarme como fuese.

Y así con sus gorros de vaqueros jamás me apuntarían,
ni dirían con posesión "Quiero comprar a esa de allí".
Algo en mi interior me decía que estaba demasiado enferma,
pero la verdad es que yo no estaba nada entumecida.
Con bastante dignidad...Prefería morir mil veces así
o vivir mil años sin ser tocada en lo alto de una verde pradera.

Me recogí hacia adentro, tan adentro que ni yo misma me oía,
como un caracol que no quiere sabe absolutamente nada del mundo,
como si regresara a un estado comatoso en el que oigo pero no actúo.
No había sitio para derramar tanta y tanta sangre semi podrida,
así que las condujeron a un camión diciendo: "Oh, os queremos mucho"
y yo me quedé fuera, sin moverme, viva y sin hacer el más mínimo ruido.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Desde una Isla

Estoy muy lejos. En realidad tremendamente lejos,
cuando sólo mi cúpula de cristal, mi torre, nos separa.
No puedo secar el agua salada con mi corto cabello.
Mi nuca con mis huesos sobresalientes está inclinada.
No sonrío, me oculto meciéndome, huyendo de ello.

Siempre, siempre me has visto, pero no observado.
La gente hace cola, se pone de puntillas con entrada
para ver cómo extirpan ése blando y rosado gusano
de mí. Nunca me conociste y el silencio se inflama.
Entonces me lees a solas, desvirgando mi secreto.

Estoy agarrada a ti, como un asqueroso parásito,
escupiendo sobre tus cosas, pero bebiendo tu salvia.
Erguida, patética en éste infinito estado comatoso,
puedo entrar en crisis, pero sé que no haré ya nada,
pero ¿Qué maldita crisis es? Esto es sólo un teatro.

En ése lugar jamás hallaré a nadie llamado mío.
Tus puñales puestos en fila junto a mi sagrada biblia.
Suéltame un poco, no quiero abrazos o cariño,
son falsos... Yo no pude nacer del todo, me asfixian.
Haz que paren todos esos sollozos de niños.
Vuelve a suceder, se acerca la tempestad marítima.

Durante la infección te asemejaste al Diablo,
han pasado muchos años y aún no he olvidado ése día.
Una vez fui normal, pero decidí dar un salto
junto al pelotón de maniquíes de la tanda de la cobardía.
Mi mente sigue siendo un agujero insano,
un negro patio de recreo donde la bondad está perdida.

Pero estoy sentada, sentada con un tecleo,
oigo a tus bufones de fondo, cargados de neutras energías
y me pregunto cómo ha pasado tanto tiempo.
Me paro un poco y siento cómo algo en mí se (en) cierra.
Y mi casa está repleta de palabras con fuego,
pero sigue siendo tu abrazo, lo que me oprime con fuerza.
Lo sé, lo sé, lo sé: nunca pude nacer del todo.

La mitad de una desmembrada

De nada te sirve echar la vista a atrás;
Entras en la habitación y notas algo incorrecto,
Por hoy, querida, no vas a tener más hijos,
Los destruyes con agua y bombas azules.
Enhorabuena, un día más lo has conseguido.

Encontré a alguien extrañísimo de verdad,
Había estado pegado a mí hacía mucho tiempo,
Como una mitad, una mitad de mis kilos.
Cometí el error de protegerla sin luces
Y nos odiamos cuando nos conocimos.

Yo sinceramente estuve necesitada,
No sé si por puro gusto o por algo de miedo,
Pero tuve que contagiarme del lado frío;
Esa serenidad a la que siempre aludes,
Cuando todo lo demás está inquieto.

No, no nos encontramos por casualidad,
Sino por las consecuencias de aquel invierno.
¡No voy a pensar en lo crudo que había sido!
Esos barcos, esos dedos en los enchufes
Para simplemente fracasar en el intento.

lunes, 8 de diciembre de 2008

44 días en el Infierno

He permanecido totalmente petrificada
durante cuarenta y cuatro días en el rojo Infierno;
Nerviosa y arruinada, te estuve llamando a gritos,
pero como nadie pudo escuchar nada,
entonces creí que se me había acercado un vampiro
llevándose lo que dentro de mí quedaba intacto.

Tuve mi pequeño refugio epiléptico,
allí donde mi estómago marcaba una base,
es en esto en lo que consiste mi vida,
mirando una y otra vez ése reloj y sus agujas.
Y vi mi cara de decepción y silencio
cuando no lograba empezar a adormilarme,
con ése sabor amargo en la saliva
diciéndome de fondo "Esto es ser así: Impura".

Pensé que comenzaba a estar en problemas otra vez,
sellando mi boca y eludiendo mil preguntas
quise volver con ansia al sitio donde empezó todo,
para gritarle a alguien, para que me diera una respuesta,
pero me dormí profundamente sin pensarlo, sin querer,
algo se deshizo, desapareciendo en volutas
a la mañana me encontré con el silencio hermoso,
salí del agujero de azufre que me tenía ya medio muerta.

Los adornos de celebración cuelgan desde ayer,
no da tanto miedo apartar a las celosas abejas
e injerir con orgullo su dulce y trabajada casa,
que tantos cuerpos sacrificados les ha costado,
rompienzo a pequeños mordiscos su pared,
sin dolor, abatimiento o cargos de conciencia,
porque no existía lo que tanto me preocupaba,
era invisible, me ha dejado, se ha marchado.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Reina de Picas

Así que esto es la vida, tal y como la conoces.
Oh, no me gusta la distorisión de tus ojos,
a través de ellos todo es demasiado ridículo,
arráncalos y cambialos por otros como hiciste
con tu hija, tu pequeña hija rodeada de dones,
reina llorona y malhumorada en tu trono,
diosa herida en el portal de éste vacío cielo,
trombosis y odio, todas las cosas que dijiste.

Y tu veneno vuelve a ti como un boomerang,
yo con mis muletas doblo tu estúpido tamaño.
Mis ojos, mis ojos centrados en la telaraña de mentiras,
que has creado para cada miembro del mundo.
Tu rabieta es un chillido de aire sucio e irreal,
eres una estatua deforme a través de los años,
una manzana llena de gusanos, una muñeca muy podrida,
olor fétido de ira que despiden todos esos odios.

El pie y la bota se alzan para luego aplastar tu morro,
ése morro de perro sucio y malherido que te satisface.
Y alguien enfundado en gris no puede parar y te sonríe.
¿Qué se siente siendo ignorante, pero teniéndolo todo?
Él está manejándote con su bola de oráculo tus hilos de títere,
enrollada en ti misma como un hilo fino sobre el carrete.
Entonces dices: "Soy un pequeño fénix, no me preocupo"
Pero tu gran dios es un pulmón sangrante realizado con lacre,
yo tengo un fuego que purifica y que ya no se extingue.

¿Por qué adentrarme más allá de lo que puedo leer?
Puedo lanzar ése anzuelo y ponerte a ti como cebo,
o puedo poner tu capricho y que lo mastiques con dolor.
En tu tiovivo infantil no se puede leer un "The End"
y esa sombra me indica que sólo estás durmiendo,
en la cuna del mausoleo en la que tu sensatez está hoy.