martes, 30 de abril de 2013

He tocado fondo con todo esto
y puedo decir que es todo tu culpa.
Sólo parece que no puedo respirar,
sé que no has hecho todo lo que pudiste,
pero estoy triste y ya no hay sueños.
Tengo miedo y vivo a oscuras.
Haces lo imposible para alimentar
ese llanto que hace un año encendiste.

No tengo fuerzas para soportarlo,
sé que vas a atacarme, no vas a darte por vencido,
cada momento parecía más bien un prorroga
que alargaba mis ganas de huir,
que apartaba mi cuter para cortarlo,
un simulacro para no encontrar la sal.
Lo próximo que te queda podría ser el olvido,
nunca he sabido cómo llevar estas cosas,
me gritarás y me harás asentir.

Y ahora vuelvo al principio,
vuelvo a estar como me encontraste,
siendo otra vez esa muñeca llena de odio.
Te aprendiste todos los métodos de memoria para herirme.
Pronunciaste la palabra hastío
y apenas hizo falta más de una frase
para saber que ése era el final de nosotros,
para saber que eran las últimas palabras que iba a dirigirte.

No he perdonado a nadie como a ti,
pero me habías troceado en varias mitades,
no se parece a cómo empezamos.
Tras un tiempo estaremos en paz.
Ahora intento subir la cabeza y sonreír,
lo hubiera hecho en todos los lugares,
pero este dolor ya viene de largo
y era algo difícil de afrontar.

No pretendía ser despiadada,
sabía que la vida a tu lado no sería maravillosa,
no podríamos olvidarnos del miedo y la tensión,
sabía que yo no nací para ser sólo tuya.
Estuve año y medio aplastada,
perdí la gran oportunidad de ser otra persona,
lo habías apuñalado, ya no tenia juicio o corazón.
Ahora me libero y me doy a la fuga..

martes, 9 de abril de 2013

Vuelvo a los caminos que dejé atrás,
ha llovido demasiado desde entonces,
me volví oscura, pero me recuperé,
no me preocupa lo que puedan pensar,
te encontré entre miles de nombres
y siempre he sabido que acerté.

Casi muero, casi me vuelvo salvaje,
pero el sol me bañó y me cambió,
me siento tan en paz con el mundo,
sé que esta vida es una largo viaje,
sé que he sido débil y se me cruzó
un sentimiento que daba tumbos.

Prometí que me levantaría y lo hice,
aunque tuve que tomarme mi tiempo,
estando al borde de aquel acantilado.
Ya no recuerdo lo que era estar triste,
ni lo que es tener el corazón quieto.
Y no he necesitado a nadie a mi lado.