martes, 5 de enero de 2010

El precio del espectáculo

Los bufones están bailando a nuestro alrededor,
me miras y no podemos estar aún más quietos,
dos estatuas de piedra y ellos un completo circo,
alguien les ha dado cuerda, alguien y no fui yo
simplemente queríamos estar bastante lejos.
Somos conscientes de en donde nos hemos metido.

Ella dijo que tarde o temprano nos moriríamos,
yo no pude evitar carcajearme de su estupidez
¡Está claro que lo haremos algún día de estos!
Sus palabras eran un jodido chiste en mis tímpanos,
está loca ahora, puesto que ya lo estaba a los diez,
así que, por favor, no la tomes muy en serio.

Salimos demasiado rápido de nuestra propia fiesta privada
y los flashes de cámara antigua ya han comenzado a volar
o quizás fueran pequeños puñales que ni siquiera podía ver;
Ahora lo saben sólo ellos y mañana lo sabrán hasta en Alaska,
pero no me importa, todo el mundo necesita algo para hablar,
todo el mundo necesita vivir y tener un veneno que ofrecer.

Sus manos estaban llenas de palabras prácticamente vacías,
no eran frases sino abortos rojos lo que estaba sosteniendo
en ellas. He llegado a la conclusión de que no eras inteligente,
sólamente te movías por unos instintos que rozaban lo suicida.
Por favor, calma, no te agites tanto cuando nos veas sonriendo,
eso no nos hace aparentar que somos mínimamente elegantes.

El telón va subiendo muy poco a poco sobre éste escenario,
tú ni tan siquiera te mueves, sólo me miras a los ojos,
yo procuro aguantar mi risotada medio histérica.
Me abrazas muy fuerte y juras que no va a pasar nada malo,
los bufones siguen bailando alrededor de nosotros,
nunca pensé que fomaría parte de ésta escena.

Y de fondo se oye el murmullo creciente de los aplausos,
la multitud se agita en su asiento como una serpiente cascabel,
no podemos movernos de ésta equis tallada sin odio.
Escúchame: No me importaría que quedáramos exaustos.
Los focos se encienden sobre nosotros como una Pentecostés.
Apenas nos importa que sus gritos no sean elogios.

Porque todos esos asquerosos bufones siguen bailando,
agitan sus cascabeles dando patadas acrobáticas al aire,
mientras me prometes que saldremos de ésta vivos,
aunque estén pegándonos fuerte con su cetro dorado
y por más que gritemos no estén quietos o se callen.
Al menos nosotros seguiremos siendo los mismos.

No hay comentarios: