miércoles, 17 de agosto de 2011

Despedida

Nene, hoy me he despertado sintiéndome distinta
quizás sólo sea que por fin puedo ver la luz del sol,
que se me ha caído la venda que me estaba cegando.
Me duelen los ojos, los rayos me queman la vista,
pero eso no quiere decir que vaya a ir a mejor,
esto es el final, es sufrir porque me estoy alejando.

Te dije que un día me desvanecería y perdería la fe
en todo aquello que había intentado crear
y te dije también que me destrozaría la vida,
pero tú no podías verlo, sonreías del modo aquel
que siempre lograba hacerme recular
y darte una oportunidad que sería la definitiva.

Tengo mi existencia antes de ti guardada en un bolsillo,
me he tomado mi tiempo en encontrar mi antiguo corazón,
le he hecho una cruz con una aguja hasta que ha sangrado,
para que jamás olvide todo lo que hemos vivido,
él y yo, ignorando la sensatez, omintiendo la razón,
olvidando todos esos pequeños detalles que eran sagrados.

He esperado demasiado, pero yo ya me he chocado,
eres una enfermedad que me consume por dentro,
tú no lo sabes, tú nunca has querido escuchar,
porque parece que siempre has tenido ese liderato
para poder decidir hasta qué nivel siento o no siento,
aunque nunca vayas a saber lo que significa amar.

Así que cariño, me he estrellado contra tu suelo
y te aseguro que ahora asumo todas las consecuencias
de saber que estaba al borde de un acantilado,
cuando intentaba meterme en tu vida y tus sueños,
cuando la regla número uno era la paciencia.
Todo eso ha terminado, hace días que me he lanzado.

{Hace días que estoy llorando}.

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