sábado, 18 de febrero de 2012

Diez años después

Cómo duele llegar a esta fecha,
cómo duelen estos números en el calendario,
grabados a fuego en el fondo de mi corazón.
Duele no poder escapar de ella,
odio reconocer que todavía no lo he superado
y que sigue doliendo como el primer año.

Y se supone que he madurado
y  sé que a veces he estado demasiado triste.
Me pregunto si me habrás visto así
y entonces es cuando me avergüenzo
de la forma en la que me he tratado,
de esa manera agresiva que tuve de herirme,
de llorar sola y de fingir ser feliz,
de sufrir hasta quedarme sin aliento.

Sólo te quiero de vuelta de algún modo,
a ti y a esos que se supone he dejado atrás,
porque nadie puede reemplazarte,
porque hay escenas clavadas en mis ojos.
Ese teléfono no deja de marcar y de sonar
y esas frases no paran de repetirse.

Te prometo que no he intentado huir de ti,
prometo que siempre intento ser fuerte,
todo lo fuerte que alguien débil puede ser
¿Por qué los malos recuerdos me golpean así?
¿Por qué diez años más tarde no dejo de quererte?
¿Por qué no me comporto como una mujer?

Escarbo en mi misma con uñas y con dientes,
intentando dar con algo mío que se te parezca,
buscando en los ojos y palabras de la gente en común.
Mírame, a pesar de la sangre he decidido no rendirme,
a pesar de todas las nubes oscuras que se ciernen.
Todo cambiará en unas horas cuando amaneza,
entonces comenzaré mi ritual de auto-reprimirme.

El único consuelo que me queda es que estés ahí,
de cualquiera de los modos, pero cuidándome.
A veces la soledad me acerca a tu persona
y siento que puedo volver, volver, volver a ti,
que estás de pie, que sonríes y estás mirándome,
que no sólo hay malos recuerdos y sombras.

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