jueves, 29 de julio de 2010

Podré empezar otra vez

No quiero odiar a alguien como tú,
desolación en la sala de estar.
Algo iba mal, algo tiñéndose de azul
y pocos sentimientos que guardar.

Probablemente tú pensaste que era un cumplido,
tal vez yo también empecé a creerlo
cuando mi corazón se rompió y lo vi todo esparcido
Fui una idiota, fui un perro ciego.
Olvidar no quiere decir que no siga siendo dañino.

Traté de mostrarles algo sensible y sensato,
pero ¿Sabes? Se me daba fatal
Creía morirme en ese coche mal aparcado,
pensando qué había hecho mal.
Toda la gente rodeada de brazos amados
y yo era una basura que tirar.

¿Qué puedo hacer?
¿Qué puedo hacer?

La vida ha seguido y nadie necesita ningún amuleto,
No puedo ni siquiera hablar llamándoles por teléfono,
porque mi voz temblaría, me traicionarían los nervios.
Lo peor de todo es que sigues existiendo,
no puedo borrarte y no voy a poder hacerlo.

Cuando algo sólo puede ir a peor,
es mejor arrancarlo de raíz y seguir como si nada.
Fingir que se tiene entero el corazón,
esa es la prueba de que alguna vez he tenido alma.

Ya nadie habla...
Ya nadie habla...

En éste momento no sé qué quiero,
ya no puedo oír ése silbido sincero.
No hay cielo, ya no hay nada para luchar,
me envolví en mí misma no pude despertar.

Si nadie odia, podré seguir aquí,
entera y fingiendo ser una idiota;
Las personas mirando escaparates
no hay nada que cubra su vida de negrura.
Me pregunto si dejaré de sentir,
sé que volveré a ser esa persona;
Se hace difícil intentar olvidarte
no habrá nadie, nadie que esté a tu altura.

Mi reflejo en el café, pequeño monstruo
de ojos apagados me devuelve la mirada,
que apenas se mantiene despierto, lo juro,
creo que se ahogará en la próxima bocanada.
A tu lado esto se me hace bastante impuro.
Decir que te echo de menos no me costaba.

Nada ha cambiado dentro de mí ¿Por qué ese defecto?
La televisión o los libros no pueden apartarme de esto,
Pero me muestro con una sonrisa de idiota para no preocuparles,
forzándoles a olvidar todo aquello que tanto me costó confesarles.

No soy nadie especial...
No soy nadie especial...

Me he despertado a las cuatro creyendo ver tus ojos,
me bebí siete vasos de café y cocacola antes de dormir.
Infertilidad de sentimiento, la congoja y los escombros.
Podré empezar otra vez, cuando tenga valor para decir
que ya se han empezado a secar las lágrimas de los ojos.

Y podré empezar otra vez...
Y podré empezar otra vez...

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