miércoles, 29 de octubre de 2008

Fuego

Te marchas, como una intensa migraña,
sabía que debía dejarte ir de todos modos.
Sabía también que éste momento vendría,
torbellino que revuelves hoy mis entrañas,
un fuego encendido sólo y sólo por nosotros,
tan cerca de él alguna vez nos quemaría.

Y yo miro hacia el cielo,
buscando algo de tranqulidad,
absolutamente nada está quieto.
No hay paz ni divinidad.

Tratada como una máquina de fábrica,
a mi alrededor protestan quienes me usan,
pidiendo cosas que no llegarán a nada:
la parte de mi integridad que se usurpa.

Alguien quiere estar sobre mi piel,
pero procuro mudarla como la serpientes.
No, no te gustaría estar en mi ayer,
con todos esos gestos y palabras hirientes.

Ellos simplemente se van,
como el día con la noche.
Hay algo en mi forma de hablar,
algo en mis maneras de pobre.

Puedes mirarme con tus esferas de oráculo
y guardar toda la información en tu guarida.
Algo me estrangula, como unos tentáculos,
me pregunto a veces si hay alguna salida.

Y yo miro hacia el cielo,
buscando algo de tranqulidad.

Mis sentidos estás ciegos
rodeados de terrible vacuidad.

No hay comentarios: