miércoles, 29 de octubre de 2008

Destrucción interna masiva

¿Podría mentirte? Dime ¿Podría hablarte en serio?
Hay días que dejaría descolgado mi propio teléfono
para escuchar el placentero ruido mientras comunica,
sonando como el pitido de los aparatos de hospital,
eso objetos que marcan si aún estás del lado de la vida.
Mi teléfono, mis latidos y mi cabeza podrían colgarse,
todos de la misma rama o de un aparato cortante.

La tiza en el patio de recreo sobre el suelo marrón;
Hay algo muy atractivo en esa permanente quietud,
como una amenaza de bomba, suelo pensar yo.
Y esa figura oscura, ése perchero es un tema tabú.
Espero acurrudaca, acurrucada en éste mohoso ríncón
no se ve casi nada, sólo las píldoras y un rayo de luz.

Paredes punzantes, cemento punzante como un carámbano,
¿Frío? No, fría estoy yo, yo soy el centro de éste clima
¿Ego? No, ésa es la escasez que me sobra. Pañuelo y formol.
Encuentro tan lejano el principio, suelo repleto de espinas.

El primer paso es tan único. Siempre puedes equivocarte.
Puedes sonreír y fingir que después serás una niña buena,
pero pensando adentro cuando lo volverás intentar otra vez.
Algo brilla dentro de todo esto, algo afilado en la guantera.
Tubos de pástico, hilos de marioneta, en el suelo donde yaces.

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