domingo, 20 de julio de 2008

Pequeño Atlas.

Alguien ha hecho un agujero a tu puerta y no tienes ni idea
De que te han estado observando durante todo éste tiempo.
¿Sabes? Entonces se cae al suelo esa sucia y raída venda,
Te das lentamente la vuelta e intentas no echar fuego con el aliento.

Tus pies están atados a caballos salvajes desbocados,
La luna roja se hace opaca y ellos siguen y siguen corriendo,
¿Era esto lo qué querías? ¿Miedo, miedo estando a salvo,
Palabras vacuas, descontrol total e innecesario sufrimiento?

Pruebas tu lengua y tiene un sabor amargo,
Estás apartándote de esto y de esta negrura,
“Desprecio”, dices, “Con el tiempo no sabe tan malo”,
Eres como un barco que se hunde en la laguna,
Esa laguna que, probablemente, es el ser humano.
No sé si llamarte estúpido o pensar en tu mente aguda,
Me gustaría entenderte y poder decir “¡Bravo!”.

Nunca antes te asemejaste tantísimo a un dios,
Pequeño Altas, cargando en tus espaldas el peso del mundo,
Totalmente encorvado y con los pies dañados,
Un dios al fin y al cabo, pero con un destino demasiado crudo.

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