jueves, 21 de agosto de 2008

Ego sum ego

Éste árbol me protege y me mantiene oculta.
Hace años, lo tomé como un refugio,
porque no vi que de su rama pendía una soga
y esa soga estaba entorno a mi cuello.

Ojos rojos que me miráis compadeciéndoos,
ya ni puedo contemplar mi cuerpo en el espejo,
es horrible, no puedo hacerlo sin tener que veros.
Sois el patético resultado de un furioso momento.
Ojos rojos que me juzgáis, imponiendo
vuestra huella como un tatuaje eterno.

Ella tiene tu mismo nombre,
yo camino a tientas, absorbiendo su estela.
Sí, ella está hecha a retales
y también le falta una pieza en la cabeza.
Se diría que no somos normales,
ella está acostada, yo en mi quimera.

Silueta que me controlas cada noche,
cuando mis imágenes se van componiendo,
a esas horas no me siento nada pobre,
pero a la mañana siguiente se borran los versos.

¿Ves esa sonrisa que se oye intermitente?
No la tomes, te está mintiendo, es falsa,
es un delirio febril que yace y viene.
Ése no es mi rostro, es una máscara.

Mi árbol no tiene hojas, no tiene ramas,
se ha quemado en un intenso incendio,
se ha quemado con las llamas de casa.
¿Qué es ése intenso y negro zumbido?
Son las raíces ya resquebrajadas.

Estoy terminando. No alcanzo la perfección.
Me gustaría ser uno de esos maniquíes blancos.
Me paro, me paro ¡Qué gran motivación!
Freno, voy frenando…”Yo soy yo”.
Aparece una bota, se aparta la silla de mi talón,
ha sido una buena patada…”Yo soy yo”.
Pequeño susurro, pequeño nylon…”Yo soy yo”

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