lunes, 25 de agosto de 2008

Pared

Los fotogramas de tu vida se desgastan
a medida que pierdes el tiempo en tu sillón.
Tu lengua debería estar ya despedazada
tras matarla con tanta estúpida maldición.

Se puede decir que ahora mismo te odio,
sí, yo que te defendí durante días de todo/s.
Te desprecio porque me golpeas con dolor,
pagas conmigo todo lo que es para ellos

¿Por qué te enfada mi amabilidad?
Te doy comunicación y gestos de cariño,
pero es mucho más fácil gritar
y hoy alguien saca filo a su cuchillo
¡Lo que has sembrado lo has recogido!

Mereces que todos tus cuervos te arranquen los ojos
de manera lenta. Me agazapo como un animalillo
ante tus gritos, tu voz, tu aliento de fuego y tus truenos.
¡Mis tímpanos van a explotar ante esos rugidos!
No soporto nada de esto, me vence éste ritmo tedioso.

¿Qué te queda, salvo esa bola de cristal?
Farfullas al mundo que aparece dentro de ella,
babeas como un perro de Pavlov como si te dieran comida.
Bueno, pues ellos no te han visto en su vida,
nos denigras por ellos, les darías las gracias si te escupieran,
les llevarías, si pudieses, tu alma en bandeja.

Y es en éste punto en el que empiezo a temblar yo,
mi mente se azota como un huracán que arrastra escombros,
me estigmatizo ante lo sucedido y lo reproduzco.
Es imposible que esto tenga un nombre. Te vas a quedar solo.

No es la primera vez que te escribo, lo haría con sangre,
con sangre si fuera valiente, pero… ¡Un momento!
¡Ya lo he hecho! Tengo un mapa entero en mi mente,
un mapa de líneas oculto en lugar perdido en mi brazo
y otro sobre la rodilla por si algún día vuelve mi fiebre.

Mi fiebre…Me ciega, me nubla las pupilas,
me anestesia enmascarando el día a día con felicidad
aparente, pero es todo una sarta de mentiras.
Esas décimas pervierten todo, todo hasta el final.

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