domingo, 14 de septiembre de 2008

Herencia

Cuando la lluvia se mece en tu colchón,
sabes que llega la hora de la huida y del adiós.
De nuevo, otro viejo y desgastado adiós.
Y si te cansas, dímelo,
y si cambio algo, dímelo
Sabes que voy a peor….

Tenía miedo, estabas inquieto,
tú no, tú no, tú no podías cambiar esto.
Fui una sombra en todo momento,
quiero gobernar hasta que todo esté sangriento.

Tenía temblores, se oían tambores,
me duele, me duele, me duele horrores.
Mi invención fue como un abuso a menores,
necesito algo que evite todos esos dolores.

Déjalo, ayúdame.
Si cambio, insisto, dímelo.
Y entonces el ayer
es tan distinto. Mi futuro
está en ése tren.
Te sientes sólo,
pero eres un hombro
para alguien que tiene fe.

Cuando la lluvia se mece en mi colchón,
sabes que con un tiro puedo remediarlo todo.
Yo en cambio, no soy la feliz que se conoció.

Déjalo, ayúdame.
Si cambio, insisto, dímelo.
Y entonces llega el ayer
es tan distinto. Mi futuro
está en ése tren.
Te sientes sólo,
pero eres un hombro
para alguien que tiene fe.

Había algo en esos ojos,
había algo en esos ojos,
había algo en esos ojos,
había algo en esos ojos,
había algo en esos ojos,
había algo en esos ojos,
había algo en esos ojos,
había algo en esos ojos.


Déjalo, ayúdame.
Si cambio, insisto, dímelo.
Y entonces el ayer
es tan distinto. Mi futuro
está en ése tren.
Te sientes sólo,
pero eres un hombro
para alguien que tiene fe.

Siento que me rompo a cada minuto que pasa,
tendría que haber dejado fuera la parte afilada,
arrepintiéndome de mi propia guerra tribal,
crónica, horrible, deslenguada y desgarrada,
contra mi yo situado en el centro de la diana.

¿Puedes llorar esta noche? Yo no.
Estoy intentándolo, pero no es mi credo,
te aseguro que lo intento y me esfuerzo,
pero estoy sirviendo a mis miedos,
quiero significar algo para el resto del mundo,
sin tener que contar con ésta mano temblorosa,
quiero agradar a todos y cada uno al unísono,
sin lloros, sin bajar la cabeza, sin sorpresas.

¿No es tan difícil, verdad? Dice una voz
en mi cabeza, que me taladra sin parar.
Quiero ser mesiánica, mi propio dios,
pero para eso tendré que mirarme a los ojos,
reflexionar y aceptarme sin tener que arañar
la corteza señalada convertida en despojos.

Había algo en esos ojos,
había algo en esos ojos,
había algo en esos ojos,
había algo en esos ojos,
había algo en esos ojos,
había algo en esos ojos,
había algo en esos ojos,
había algo en esos ojos.

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