martes, 9 de septiembre de 2008

Relojero

Naciste en un pequeño pueblo
en donde mis escasos recuerdos
se vuelven de color sepia.
De los varones eras el pequeño,
siempre predilecto y cuidado
por una muralla de hermanas.

A los dieciséis las cosas se pusieron feas,
tu padre fue traicionado por los que protegió;
con esparto en los pies tuviste que irte a la guerra,
y por tu ingenio y chispa ni una bala te alcanzó.
Al terminar toda la batalla caminaste de vuelta,
pasaste un tiempo en un campo de concentración;
como erais muy niños os dejaron marchar.
Sólo querías volver a casa para reparar el dolor.

Mandaste postales desde Alemania
a alguien de la generación anterior;
Son para una niña que te adora.
Estuviste trabajando en Francia,
dejando atrás una mala situación.
Ella te espera, alguien que no soy yo.

Volviste a tu país sin hablar otro idioma,
aún hoy las cartas le llegan a tu viuda,
recontando tu pensión por horas trabajadas
de otro lugar fuera, otra vida con otra cara.

Tenías tu taller, con una gran mesa de madera,
era inmensa ¿O era yo demasiado pequeña?
Olía a aceite, grasa y allá donde miraras había piezas;
Recuerdo el tatuaje en tu brazo, qué extraño era;
Recuerdo tu voz ¿O es mi mente que la inventa?
No, ella es demasiado real y humana para no ser cierta.

Hubo muchos días caminando en la playa.
El sitio que hoy para mí no es más que una balsa
escondió miles de misterios envueltos en sonidos.
La sombra protectora, el olor a mar y fruta,
están grabados en mí con excesiva dulzura.
Estábamos todos, uno a uno, éramos muchos niños,
pero yo era diferente, la pequeña de tu pequeña,
diminuta y delgada; en el hielo había algo que no me gustaba,
pero me observaste durante horas con mucho cariño,
supiste que necesitaba algo suave que no me dañara,
algo que fuera como un juego y no un sacrificio.

Sinceramente, pienso en ti muy a menudo,
sólo he podido hablar de esto con una persona
y cada vez que lo hago me sobreviene un nudo
que enrojece mis ojos y presiona mi garganta.


Siempre me he preguntado cómo fue para ti vivir en ése mundo
de sonidos, sin luz, sin destellos, rodeado de tinieblas.
Tu dulzura hizo presencia y tus expresiones habitan en mí.
No puedo seguir cuando lo horrible empaña todo lo bello en oscuro,
no soporto cuando la lente y las anillas se resquebrajan
¿Podré arreglarlo? Dímelo ¿Podré arreglarlo sin ti?

No hay comentarios: